Esta frase puede sonar un poco fuerte, pero realmente ¿los estados financieros han perdido su valor? Pues, últimamente he logrado ver el demérito que recae sobre estos documentos que muestran la estructura económica de una empresa.
Lo anterior, es un comentario que me sale a flote producto de una reflexión que he tenido desde hace mucho tiempo y sobre todo en muchas pláticas con amigos, auditores de cuentas, contadores públicos, abogados y empresarios, que hemos sido testigos del gran demérito y falta de credibilidad que proporcionan hoy en día los estados financieros.
Este documento contable, que antes era tratado como una fiel copia o radiografía económica de las empresas, hoy se usa más que todo como un requisito más, para stakeholders, bancos, autoridades fiscales, licitaciones públicas, etc.
Sin embargo, para poder abordar con mayor profundidad este tema, basta con preguntarse lo básico; ¿Qué importancia tienen los estados financieros? ¿Por qué es importante tener los estados financieros a tiempo? ¿Qué información proporcionan los estados financieros de una empresa?
Para responder estas preguntas, basta con indicar que:
Sin embargo, tal como mencioné en mí libro “Estudios de derecho tributario”, especialmente en el artículo denominado “La contabilidad creativa en Nicaragua”, al citar al periodista empresarial inglés, Griffiths, este indica que:
“Todas las empresas de este país (Reino Unido) manipulan sus beneficios. Todas las cuentas que se publican se basan en libros que han sido retocados con más o menos delicadeza. Las cifras que se facilitan al público inversor han sido modificadas para proteger al culpable. Es la estratagema de mayor envergadura desde el caballo de Troya (…). En realidad, se trata de artimañas que no infringen las reglas del juego. Son totalmente legítimas. Se trata, simplemente, de Contabilidad Creativa”.
Sin embargo, la reflexión va más allá de citar un libro y hacer un par de preguntas. Sino que está en el mismo valor intrínseco que en la vida real le damos a los estados financieros.
Aunque hace mucho tiempo, dejé a un lado el sombrero de abogado tributario litigante, donde pregonaba a los 4 vientos, qué los estados financieros son documentos que gozan de la calidad de documentos auténticos, por ser emitidos por un fedatario público, todavía me pregunto sí realmente me creía esa total y absoluta mentira. Pero, antes que me juzgues, déjame te fundamento mis razones con experiencias propias. Veamos.
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- En el caso de las declaraciones fiscales. Siempre me topé con la realidad que estas últimas, casi en un 99% no coincidían con los estados financieros, bien sea en los ingresos, en la facturación, en los activos, en la depreciación, etc, etc. Lo anterior, por que normalmente los estados financieros se hacen con normas contables, que permiten que un contable “yoque pierdista” realice ajustes a mansalva o bien por qué un empresario, desea ajustarlos a sus intereses, donde lo que normalmente predomina, es que las declaraciones fiscales se hacen como niño somalí es decir raquítico y los estados financieros se hacen con suplemento proteínico para bulldog, que hoy en día utilizan los bodybuilders de los gimnasios.
- En el caso de los los bancos. Es un factor predominante, que los estados financieros presentados a los bancos casi siempre tengan un gran número de proyectos en proceso, inventarios, activos y otras cosas que representan ganancias futuras inmediatas, donde el empresario normalmente ve al banco con el ojo que hombre mayor ve a una niña de 14 años antes de cometer estupro.
- En el caso de las instituciones estatales. Cuando hay un negocio regulado, como bancos, ONG o similares, casi siempre podemos ver como los stakeholders de estas instituciones pretender demostrar por medio de los estados financieros, a las entidades que el negocio no es rentable y que de no ser por su sentimiento altruista tendrían que cerrar última frase es sarcasmo. Todavía recuerdo a un par de negocios que me tocó ver, donde en el sector minero y tecnológico (concesiones estatales), debían presentar estados financieros al ente regulador y era un juego de documentos especiales para ellos, que solo llevaba acarreo de pérdidas de períodos anteriores, es decir doble contabilidad.
- En el caso de los inversionistas. Es común ver, donde el empresario, fundador o mayorista, normalmente infla los costos y ajusta los márgenes en sus estados financieros, para no representar más de una utilidad prevista y decidida por él mismo para sus socios, es decir sus partners.
- Por último, tenemos al auditor. Acá es donde mayor gracia me ha causado. Pues, he tenido que ver a muchos auditores que llegan a vender su producto: “auditoría de estados financieros” y terminan realizando una reconstrucción contable. Lo anterior para poder cubrir, maquillar o arreglar de sobremanera los caprichos de los empresarios y la basura debajo del tapete que el contable ha dejado. Bien sea por desidia, impericia o simplemente incapacidad de obrar en contra de los principios de contabilidad.
Sin embargo, todos y cada uno de los participantes de este carnaval de fé pública, han demostrado que lo único importante es que siga la rumba y que no se detenga la música. Por lo menos, no en sus manos. Ya que sí no, el resto de la industria demostraría su velo de beata de iglesia, que solo servirá para señalar al desafortunado actor que aleatoriamente cayó en desgracia.
Es por ello, que creo válido preguntar una vez más ¿los estados financieros han perdido su valor?
¿Qué piensas?
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